viernes, 21 de junio de 2013

LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO



Traducción 
por
Edmond S. Bordeaux


Los primeros rollos del Mar Muerto fueron encontrados, por obra de la casualidad, por un niño beduino en el año 1947, en el interior de una gruta.


Mohammed el Chacal, que así se llamaba este descubridor, no tenía más de 15 años de edad y pertenecía a la tribu de los Ta Emire. En esa ocasión andaba buscando una cabra que se le había extraviado. Arrojó una piedra en una cavidad y sintió que este proyectil golpeaba contra algo que emitió un ruido extraño y comprobó que había chocado en greda; encontró así varias jarras o tinajas de este material, las cuales contenían rollos forrados en lino, que habrían de constituir el principio de una seria sucesiva de hallazgos de igual naturaleza y uno de los tesoros arqueológicos más grandes de los últimos tiempos. Mohammed jamás imaginó que su rutinaria labor de pastor lo conduciría a tan trascendental descubrimiento.


La gruta en la que se encontraron las vasijas que contenían los rollos está ubicada en la costa noroeste del Mar Muerto, y por eso se le conoce por este nombre, como asimismo los encontrados posteriormente.


Cuando este hecho llegó a conocimiento público, se desató una verdadera fiebre por encontrar más de estos rollos. Este afán fue estimulado por el interés que demostró el Museo de Jerusalén en su adquisición, pues pagaba por ello precios elevadísimos.


Para los pastores nómadas significaba el negocio más lucrativo encontrar aunque fuera una pequeña parte de dichos manuscritos, ya que eran verdaderas fortunas las que obtenían por su venta.


La importancia del hallazgo hecho por el niño Mohammed consiste en que los rollos que encontró contienen escritura en pergaminos y láminas de cobre oxidado, de más de dos mil años de antigüedad, que encierran la historia, los conocimientos y las creencias de un grupo de judíos llamados “esenios”.


De la primera gruta, descubierta en 1947, se lograron sacar 7 metros de pergamino. Tres de estos fueron adquiridos por el Profesor E. L. Subenik, por cuenta de la Universidad Hebrea; los cuatro metros restantes los compró el Convento Sirio Jacobita San Marcos de Jerusalén y luego fueron llevados a Estados Unidos, de donde el Estado de Israel los adquirió en 1954 por la suma de 250.000 dólares.


Los beduinos, mientras tanto, no cesaban de explorar los huecos del acantilado de esta primera gruta.


Al mismo tiempo, el R.P. Vaux y el director inglés del Servicio de Antigüedades de Jordania, C. Lankester Harding, organizaban, por sugerencia del oficial belga Ph. Lippans, observador de la ONU, una expedición científica, que se encargaría de reconocer el lugar de ubicación de la primera gruta, a la que se sometió a excavaciones entre el 15 de febrero y el 5 de marzo de 1949, dando una extensión de 8 metros de largo por dos de ancho y tres de altura, y en ellas se encontraron 50 jarras con no menos de 70 metros de rollos escritos.


Entre el 24 de noviembre y el 12 de diciembre de 1951 se llevó a efecto una campaña de excavaciones en Khibert Qumran, que arrojó como resultado el hallazgo de una serie de rollos. Entre el 21 de enero y el 3 de marzo de 1952 se llevaron a cabo trabajos de exploración en las grutas del Wadi Murabba’at, situadas en un punto de muy difícil acceso, 25 kilómetros al sudeste de Jerusalén y a casi 5 kilómetros del Mar Muerto.


El estudio que se hizo de los textos de estas grutas demostró que tenían un origen distinto a los encontrados en Qumran. En efecto, durante el segundo levantamiento judío, ocurrido entre los años 132–135 d.C., las grutas de Wadi Murabba’at, sirvieron de guarida a los soldados de Bar Kokeba y entre los documentos hallados en este lugar figuran varias cartas enviadas por el jefe judío al comandante rebelde de la región. Los beduinos, por su parte, guiados por propósitos muy diferentes al interés científico, seguían explorando para encontrar nuevas grutas en la costa del Mar Muerto.


Hasta el 29 de marzo de 1952 se habían encontrado tres grutas con valiosos escritos.


Las campañas organizadas de excavaciones terminaron el 21 de marzo de 1956 en Ain Fenkha, haciendo un total de once grutas que encerraban tinajas de greda que contenían manuscritos fragmentados los cuales sumaban la cantidad de 600 metros, más o menos; de éstos, sólo once se conservaban completos.


En estos rollos hay un manuscrito que se refiere al Levítico, Libro del Antiguo Testamento, escrito en caracteres hebreos antiguos; una colección de Salmos, correspondientes a los de la Biblia, pero con un ordenamiento diferente; un Targum de Job en arameo; algunos fragmentos de un Targum del Levítico en arameo, y un texto litúrgico de carácter apocalíptico, escrito en hebreo.
El contenido de los rollos de la primera gruta, descubierta por Mohammed, tiene relación con la Biblia. Dos de estos manuscritos con copias del Libro Bíblico de Isaías y el tercero es un comentario de otro Libro de las Sagradas Escrituras, el Habacuc. Los cuatro escritos restantes han recibido, según su contenido, los siguientes títulos: “Regla o Manual del Génesis”, “Reglamento de la Guerra entre los Hijos de la Luz y los Hijos de las Tinieblas” e “Himnos”.


Al ser descifrados algunos de los rollos encontrados en la costa del Mar Muerto dejaron al descubierto antecedentes geográficos para ubicar tesoros de oro y plata, centenares de vasos con substancias aromáticas, vestiduras sagradas, etc., escondidos por los esenios.

Los rollos del Mar Muerto demuestran que existió una agrupación humana que depositó dichos manuscritos en los lugares en que han sido hallados. Esta comunidad fue la de los “esenios”, vocablo que es la trascripción griega de un término hebreo o arameo que todavía no se ha podido identificar con certeza. En los textos de los rollos mismos no aparece tal denominación. Sin embargo, ellos –los esenios– se designan como “Los Numerosos”, “La Comunidad”, “Los Hijos de la Luz”, “Los Hijos de Zadoc”.


El historiador Plinio El Viejo localiza esta secta con bastante precisión al decir que al occidente del Mar Muerto estaban instalados los esenios. Esta comunidad, según los historiadores Filón de Alejandría y Josefo, repudian los placeres como un mal y tienen por virtud la continencia y la resistencia a las pasiones.


Lo que hasta ahora se ha descifrado de los manuscritos del Mar Muerto está relacionado con esta secta; en forma precisa en los escritos titulados “La Regla”, “El Escrito de Damasco”, “El Reglamento de la Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las Tinieblas”, el de los “Himnos” y los “Comentarios Bíblicos”.


Se dice que la comunidad “esenia” existió entre el último tercio del siglo II a.C. y el 68 d.C., lo que coincide con las fechas fijadas para los Manuscritos, después de diversas pruebas científicas realizadas por los expertos. El rollo de Isaías data del año 100 a.C.; para las envolturas de lino se fijó un período entre 168 a.C. y 233 d.C. Las vasijas que contenían los rollos son anteriores al siglo I a.C., o sea, pre–Herodianas.



Finalmente, es de mucha importancia destacar que del estudio de los rollos del Qumran se establece la existencia de un personaje perteneciente al sacerdocio, organizador de la secta de los “esenios”, de donde provienen los manuscritos, que fue perseguido, desterrado, abandonado por gran parte de sus seguidores. Los manuscritos lo distinguen con el nombre de Maestro de Justicia.


Este personaje es de gran fuerza religiosa y constituye, a juicio de las autoridades en la materia, uno de los resultados más sensacionales de los hallazgos del Qumran, pues reveló una extraordinaria figura religiosa de la Humanidad.


Los textos de los rollos relatan que este “Maestro de Justicia” fue objeto de una revelación en el sentido de que los últimos tiempos anunciados por los profetas habían llegado y que el Mesías estaba próximo.


La comunidad esenia fue atacada en su retiro del Qumran y el “Maestro de Justicia” arrojado a prisión por los hombres del “sacerdocio impío”, que mencionan con frecuencia los comentarios bíblicos de los manuscritos del Qumran.


Todo esto, es solamente una parte del contenido de los rollos del Mar Muerto, pues los científicos y estudiosos de la Universidad Hebrea de Jerusalén están en la actualidad dedicados a la difícil tarea de reconstruir gran parte de estos textos. Algunos pedacitos de estos rollos no son más grandes que una estampilla; otros están indescifrables, porque la acción del tiempo los destruyó, haciéndolos casi ilegibles.


Se ha recurrido a toda clase de medidas para evitar el deterioro de estos manuscritos. En este sentido el Profesor H. Wright Baker de la Universidad de Manchester de Inglaterra inventó una pequeña máquina, con la cual se pudieron cortar los rollos con gran precisión, para luego proceder al armado de los trozos sin perder ni una sola letra.


Han sido tan profundos y minuciosos los trabajos realizados por los científicos y se han adentrado tanto en el conocimiento de los rollos del Mar Muerto, que reconocen los que han escrito por una misma mano, en otras palabras, identifican a los escribas que intervinieron.


El trabajo de ordenamiento y de restauración de estos textos puede demorar todavía algunas generaciones de paciente e inteligente labor.